Una de miedo


Pero que hacia en Manaus hasta que fuésemos a esa aldea de indios? Estuve viendo los folletos de aventuras del hotel. De todos los que tenían me ilusioné por la caza de jacaré, eran tres días en la selva y cazando jacaré.
Mi imaginación se disparó. Me apunte. Salíamos al amanecer. Cuando nos trasladaron al barco, en él, había un montón de gente.
Todos íbamos a ese viaje de aventura. También había gente de edad. Y, pensaba, serán que ellos se van a atrever a cazar jacaré? En fin, empecé a hablar con unos y con otros.
Las consumiciones en el barco eran libres y muchas gentes comenzó a beber cerveza y eso dio para que la gente se alegrara un montón y compartiera experiencias de lo que hasta el momento les había sucedido en éste viaje a Brasil.
A mí, por aquel tiempo, no me gustaba mucho la cerveza, así, que tomaba refrescos. Y, así, hablando con unos y otros, me di cuenta que en realidad no todos íbamos a lo de la caza de jacaré. Muchos sólo iban a ver el encuentro de las aguas, donde el río Negro y el río Amazonas se unen sin mezclarse sus aguas. Y queda una parte del río con agua clara y otra con agua oscura, tardando unos kilómetros en mezclarse.
Vimos el encuentro de las aguas y el barco nos dejó en un restaurante de un hotel de selva. Allí comimos. Después de un tiempo llegó un barco más pequeño y empezó a llamar a las personas que se habían apuntado a ver la isla de los pájaros. Luego otro barco llamando a los que se habían apuntado a otra excursión. Y, así, se fue quedando aquel restaurante casi sin gente.
Por fin, vino un barco que llamó a los que nos habíamos apuntado a la caza del jacaré y los que querían ver las siringas. Éramos unas diez personas.
Llegamos a un pantanal donde había una casa a la orilla. Bajamos del barco y un señor que tenía una canoa motorizada, llamó a los que nos habíamos apuntado a la caza del jacaré. Pensé, en esa canoa vamos a caber las diez personas? Yo, por si acaso, embarque rapidito. Sorpresa!, sólo subí yo. Los otros siguieron selva a dentro, por una trilla a otra persona.
La canoa iba bien rapidita, el motor hacia imposible conversar con el canoero.
Me costó encender un cigarro por el viento. Pensaba, jolín! pues si que esto de cazar jacaré tiene poco éxito, yo sólo. Ya veremos. Será que tiene más riesgo de la cuenta? Después de pasar por canales, lagos, más canales y más lagos, llegamos a una de esas casas flotantes que están atadas al fondo por unas sogas.
El canoero me dejó allí y se fue sin decirme nada más. Parecía que no había nadie en la casa. Así que empecé a llamar, hasta que, al buen rato, salió uno que, después de saludar, me dijo que esperara que salíamos en un momento.
Era tarde. Aquí a las seis menos diez oscurece; bueno más bien se apaga la luz, y serían las cuatro. Pensaba, como tarde mucho en salir se nos va a echar la noche encima y, entonces, si que voy a pasar miedo. Una cosa es emoción y otra bien distinta es pasar miedo.
De repente, vi en el la entrada de la casa una pitón o algo así. Volví a llamar al de la casa, salió y me preguntó que si lo que quería era un refresco. Aproveche, le dije que sí, pero que había una pitón. El me dijo, que era su mascota y que también tenía un jacaré.
Lo tenía atado a un poste. Mientras tomaba el refresco me acerqué a él. Pobrecito, al sol, con la boca abierta. Todo reseco. Ni se movía. Parecía que estuviese moribundo.
De repente, en una fracción de segundo, su cola me dio un buen golpe en la pierna mientras que su boca se acercaba para tirarme un bocado. Yo salté. Esa fue mi suerte.
Co?o! que susto!, y parecía muerto! el muy ca??on!. A esto que el de la casa me dice muy tranquilo y lentamente: "cuidado!, peligroso!".
Yo, que me puse muy nervioso, le dije en tono airado que eso lo podía haber dicho antes. Que había estado a punto de darme un bocado. Así y todo, la cola me hizo una pequeña herida y eso que iba con unos pantalones vaqueros de los gordos.
Pasaba el tiempo y no salíamos, yo ya estaba, entre unas cosas y otras, poniéndome más nervioso.
Le pregunté de forma exigente: "Cuando salimos?". Y él, con su parsimonia y toda la tranquilidad del mundo, dijo "tranquilo, salimos en unos minutos".
Como el tiempo seguía pasando y no salíamos, volví a dirigirme a él. "Verá señor, si no salimos ya se nos va ha hacer de noche y no nos va a dar tiempo de cazar ni uno. El de nuevo, con mucha tranquilidad dijo: "No, no se preocupe, ya salimos".
Me c??o en…! ya salimos y se pone a tomar un refresco!. Yo estaba más que nervioso, estresado. Si lo se no me apunto a esta excursión, pensaba. Porque vaya quien me ha tocado de cazador.
Ha esto llega otra canoa. Trae a una pareja de unos 30 años. Suben a la casa, nos saludamos; eran suizos. Ellos, rápidamente me preguntaron si yo también iba a la caza del jacaré y les dije que si. Note que se pusieron contentos. Bueno, yo también. Ya no era yo el único loco que se había apuntado a la caza del jacaré.
El de la casa llegó con la canoa que tenia atrás y nos pidió que nos montáramos. Primero se montó el marido, después la mujer y yo que era el que más tiempo llevaba esperando, me tocó sentarme atrás del todo.
No me hizo gracia. Pero por fin, salíamos. Como no vi ninguna escopeta le pregunté al cazador: Como vamos a cazar cocodrilo? y el dijo que los cocodrilos lo iba a cazar solo él y que para ello tenía una cuerda y una linterna. Me enseñó el cacho de cuerda y la linterna. Me quede fuera de juego. Mi moral se vino abajo. Será posible cazar cocodrilos con una soga, que digo soga, era un cacho cuerda, y una linterna?.
Pero, en fin, salíamos a lo que habíamos venido!. Lo peor es que eran las cinco y veinte o, quizás más tarde.
Era una canoa de remo, pero, la verdad, es que iba realmente rápida. Cruzamos la laguna y entramos en un canal estrecho y todo inundado... Los sonidos de la selva al atardecer me resultaron muy intranquilizantes, exótico, como yo había oído en las películas, en las de miedo!. De ese canal pasamos a otro lago, y después a otro canal. La noche se hecho encima. Habia unos bichos en la superficie del agua que emitian luz, lo encontré bonito.
Quería decirle a la pareja que si a ellos les parecía, podíamos dejar la caza para el día siguiente. No me hacia gracia ir a cazarlo de noche.
Estaba intentando decírselo, pero el canoero interrumpió y dijo: "Por favor, ahora ya no fumen y tampoco hablen. Estamos en una zona de jacarés grandes".
Por si los siniestros sonidos de la selva, pájaros y otros bichos no fueran suficientes para entrarme miedo, ahora, el cazador de jacaré nos advierte que estamos en peligro.
No se me quitaba de la cabeza que el cazador sólo llevaba una cuerda y una linterna. Dios mió! Pero que va a hacer con una cuerda y una linterna?. Al primer intento, el cocodrilo se lo zampa y a ver que hacemos nosotros por aquí? si no tenemos ni idea donde estamos!.
Empezaba a pensar acciones de seguridad y me decía si un cocodrilo ataca, ahí tengo un árbol donde subirme, me subo a él y a esperar el servicio de rescate. Pero sabrá alguien por donde andamos?
Mientras que cruzábamos otro canal, volví a intentar decirle, en voz baja, a la mujer, que era mejor que lo dejáramos para otro día. Pero ella no entendía y me volvió a preguntar que quería decir. Se lo repetí, igual pero un poco más fuerte. Antes de acabar de decírselo, el cazador me interrumpió e insistió en no hablar. Nos aclaró que estábamos en un área peligrosa de cocodrilos grandes.
Como si me hiciera falta que me lo recordara.
De repente, por la parte de atrás, se escuchó un barullo fuerte de que algo entraba en el agua. Y parecía grande!.
Pregunte: "Jacaré?". Y él afirmo: "Si, jacaré grandón".
Un cocodrilo se había metido en el agua, al paso de nuestra canoa y para colmo yo iba atrás. Pero porqué me meto en estos líos?.
La canoa seguía por el canal cuando, de repente, un golpe seco y fuerte en los bajos de la canoa. La mujer dio un salto que hizo que la canoa quedara un momento inestable. Todos pensamos que era un cocodrilo y preguntamos: Jacaré?". El dijo no, tronco en el agua.
El h.p del tronco, el susto que nos ha dado, pensé.
Puse mis manos en la cintura de la mujer. Pensé, si uno de estos bichos ataca, la tiro al agua y mientras se entretienen con ella, a mi me da tiempo en subir a un árbol. Pero ella también lo pensó. Me dijo que quitara las manos de su cintura. Yo le dije, que era por si vuelve a dar un salto para que no se fuera a caer de la canoa. Pero ella me dijo: "No, yo se que no es para eso, así, que por favor retire sus manos de mi cintura". Chacho! la mujer me leyó el pensamiento.
Estábamos entrando en una laguna grande. Había unos claros de luna y, a veces, iluminaba parte de la laguna, pero lo que no iluminaba era la orilla que estaba en oscuridad total y era donde estaban los jacarés.
El cazador nos dijo, ahora por favor mucho silencio porque acabamos de entrar en un lago donde hay unos cocodrilos realmente grandes y peligrosos.
De repente, paró la canoa en seco. Parecía que tenía frenos hidráulicos. Cogió la linterna y apuntó a la orilla. Movía su linterna para ir viendo toda la orilla del lago y de repente quedó iluminando una zona.
Sólo dijo "jacaré" y puso rumbo donde iluminó por ultimo. Nadie se atrevía a preguntar nada. Yo pensaba, "El tío este ha visto un jacaré grandón y va con toda su sangre fría a cazarlo con cacho cuerda!".
Saldría alguien vivo de aquí?. Virgencita que me quede como estoy.
Estábamos en la orilla. Iluminaba un punto con la linterna y de repente, con la otra mano, se abalanzó a algo. Era un jacaré, tamaño de unos quince centímetros. Mi corazón y todo mi cuerpo se empezó a relajarse y a todos nos dio un ataque de risa, después de toda la tensión acumulada. Así que empezamos a reír.
El cazador nos dejó cogerlo. Vimos que todo era teatro y nos divertimos mucho de vuelta a un hotel de selva donde pasamos la noche.
Empezaron a comentar que ellos querían darse la vuelta pero que no sabían como decírmelo porque podía ser que yo no quisiera darme la vuelta.
No olvidaré jamás el miedo que pasé aquella noche. Y después, comentando todo lo que pasó con aquella pareja, lo que nos reímos.
Creo que toda la risa era debida al estrés acumulado.

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