En el crucero, tenemos de primer plato... ...mono!


De regreso del guarimpo, ya de vuelta en el pueblo, hablé con unos que iban a bajar hasta Manaus en una de esas balsas y me convidaron para ir.
La balsa llevaba arena. Salimos, iba muy lenta y haciendo muchas zig-zag, el río estaba bajo de agua. Era la estación seca.
Me llamaba la atención ver caer, de cuando en cuando, árboles grandes de la orilla.
Como el río estaba bajando, la balsa encayaba con frecuencia. Y, entonces, para sacarla del arenal ponía el motor del remolcador a máxima potencia hasta que desencallaba.
Una de esas veces, no había medio de salir. Así que atracamos la balsa para que la propia corriente fuera llevándose la arena de abajo.
Empezaron a bañarse en el río. Sabia que podía haber pirañas, pregunté: "Tiene pirañas?" y me respondieron que no. No tenía piraña!. Así que también, me bañé.
Después del baño, unos se pusieron a pescar. Rápidamente, empezaron a pescar pirañas. Yo, que tenía grabado que la piraña era muy peligrosa, me irrité. Les dije, como pidiéndoles una explicación del por qué me habían engañado: "Pero vosotros me dijisteis que no tenia piraña!". Y ellos, simplemente respondieron, y sin ningún tipo de preocupación, que si, si tenía piraña.
No me aclaraba con esta gente!.
Un día, esperando que la balsa se desencallara, uno de ellos se llevó un guante metálico y unas frutas o algo que le gustan mucho a los monos.
Se fue y cuando volvió, traía un mono muerto. Había cazado un mono.
En el almuerzo, cuando iba a llenar mi plato, veo que en la olla de arroz, estaba cocinado al mono. Vi esas manínas que parecían las de un niño.
Se me quitaron las ganas de comer. Y ellos insistían para que comiera que la carne de mono era muy rica. No pude comer.
Me impresionó ver el mono cocinado. No me lo esperaba.

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