Areolineas uhi ui hui, con "Business Class"


En otra ocasión, llegué a un pueblecito a la vera del río Branco. Tenía un puerto y mucho tráfico de barcos, sobre todo de balsas. Balsas llevando todo tipo de cosas.
Además, en esa época, venían muchas gentes de los guarimpos a vender el oro a la ciudad. Y si no conseguían un buen precio, subían hasta Boavista para intentar venderlo allí. Y, por último, si también en Boa Vista no conseguían el precio que ellos esperaban, entonces, viajaban a Manaus.
Estaba bebiendo una cerveza en la terraza de un bar, viendo avionetas aterrizar y despegar, cuando un hombre delgado, con la cara chupada y mala pinta, se me acercó y me preguntó si era gringo y empezó a contarme su vida. Bueno, aquí, si alguien se sienta cerca de ti y te descuidas te cuenta toda su vida desde el principio al final.
Era un guarimpeiro, tenía una avioneta y me convidó a pasar un día en su guarimpo. Me dijo que no me fuera de allí, él tenia que hacer no se qué y que no tardaba en regresar.
Pasó media hora y no volvía. Siguió pasando el tiempo y no volvía. Por lo poco, esperé tres horas y eso que dijo que no tardaba.
Nos montamos en la avioneta. Era una Cesna, vieja y atrás llevaba un motor grande de la marca MWM Diter. Mi asiento tenía un cojín malucho porque estaba agujereado. Y los instrumentos de la avioneta..... ... no tenía. Tan sólo uno que creo era para ver la temperatura del motor. Donde tenía que haber un instrumento, solo estaba el agujero.
Puso el motor en marcha y empezó a acelerar y, tuvo que ponerla a tope para que la avioneta comenzara a rodar. Se fue a la cabecera y aceleró al máximo. Nos comimos toda la pista para que despegara.
Que nervios!Ya estábamos en el aire y le costaba tomar altura. Era un paisaje todo verde. A veces se veía un rió.
No lo pude disfrutar mucho porque, de repente aparecía un árbol superalto en nuestro camino y parecía que el tren de aterrizaje iba a chocar con el arbol.
Le hacia señas para que subiese y él me indicaba con las manos que ya estaba todo al máximo y era todo la altura que podía coger. Por el ruido que hacia el motor debía estar al máximo.
Estuvimos volando sobre una hora y media. De repente, abajo, una pista de diez metros, bueno eso era lo que parecía. Desaceleró el motor y picó la avioneta.
Estaba aterrorizado pensando que quizás era donde teníamos que aterrizar. Así que señalé la pista y le pregunté si era la pista. Afirmó con la cabeza.
No aterrizamos de la forma habitual, sino de arriba abajo, tipo helicóptero. Dejó caer la avioneta. Que buen tren de aterrizaje tenía esa avioneta!.
Había unas tres o cuatro barracas y unas mujeres cocinando. Las saludamos y fuimos andando hasta donde estaba el guarimpo.
Había unas cuatro personas trabajando. Estaban, aun más delgados que el dueño. Tenían la cara verdosa. Fue curioso ver como conseguían extraer el oro.

No hay comentarios.: