Los comensales esperan el primer plato! . . .



. . . . le vas ha hacer esperar?!

Amazonia, tierra de gigantes.


Amazonia, el infierno verde, pulmón del mundo.
Hace 23 años hice mi primer viaje a la amazona brasileña en plan turismo. Me fue muy interesante, porque, aunque sólo fue un mes, conocí muchas cosas de la zona.
Cuando hice este viaje tenía muchas ganas de conocer, por mi mismo, a los indios, saber como vivían de verdad y no lo que veía por la televisión o las películas.
Llegué a Manaus, me hospedé en un hotel que ofrecía viajes emocionantes, uno de ellos era la caza del jacaré, ese nunca lo olvidaré. Pero no tenían viajes donde incluyeran la estancia a una aldea indígena.
El recepcionista del hotel me dijo que cerca de allí, había una congregación de evangelistas, o algo así, que iban a zonas indígenas a llevar la palabra de Dios, podía hablar con ellos para ver si tenían pensado ir a alguna de esas aldeas.
Hablé con un señor de la congregación y me dijo que salían para una aldea en unos cinco días. Me explicó que tenía que llevar comida, red, linterna, machete, etc., y pagar a alguien para llevar cosas de comida. Y tendría que compartir gastos. No era mucho, podía ser en total unos 75 dólares o, quizás, algo menos. Así que quedamos marcada la salida.

Una de miedo


Pero que hacia en Manaus hasta que fuésemos a esa aldea de indios? Estuve viendo los folletos de aventuras del hotel. De todos los que tenían me ilusioné por la caza de jacaré, eran tres días en la selva y cazando jacaré.
Mi imaginación se disparó. Me apunte. Salíamos al amanecer. Cuando nos trasladaron al barco, en él, había un montón de gente.
Todos íbamos a ese viaje de aventura. También había gente de edad. Y, pensaba, serán que ellos se van a atrever a cazar jacaré? En fin, empecé a hablar con unos y con otros.
Las consumiciones en el barco eran libres y muchas gentes comenzó a beber cerveza y eso dio para que la gente se alegrara un montón y compartiera experiencias de lo que hasta el momento les había sucedido en éste viaje a Brasil.
A mí, por aquel tiempo, no me gustaba mucho la cerveza, así, que tomaba refrescos. Y, así, hablando con unos y otros, me di cuenta que en realidad no todos íbamos a lo de la caza de jacaré. Muchos sólo iban a ver el encuentro de las aguas, donde el río Negro y el río Amazonas se unen sin mezclarse sus aguas. Y queda una parte del río con agua clara y otra con agua oscura, tardando unos kilómetros en mezclarse.
Vimos el encuentro de las aguas y el barco nos dejó en un restaurante de un hotel de selva. Allí comimos. Después de un tiempo llegó un barco más pequeño y empezó a llamar a las personas que se habían apuntado a ver la isla de los pájaros. Luego otro barco llamando a los que se habían apuntado a otra excursión. Y, así, se fue quedando aquel restaurante casi sin gente.
Por fin, vino un barco que llamó a los que nos habíamos apuntado a la caza del jacaré y los que querían ver las siringas. Éramos unas diez personas.
Llegamos a un pantanal donde había una casa a la orilla. Bajamos del barco y un señor que tenía una canoa motorizada, llamó a los que nos habíamos apuntado a la caza del jacaré. Pensé, en esa canoa vamos a caber las diez personas? Yo, por si acaso, embarque rapidito. Sorpresa!, sólo subí yo. Los otros siguieron selva a dentro, por una trilla a otra persona.
La canoa iba bien rapidita, el motor hacia imposible conversar con el canoero.
Me costó encender un cigarro por el viento. Pensaba, jolín! pues si que esto de cazar jacaré tiene poco éxito, yo sólo. Ya veremos. Será que tiene más riesgo de la cuenta? Después de pasar por canales, lagos, más canales y más lagos, llegamos a una de esas casas flotantes que están atadas al fondo por unas sogas.
El canoero me dejó allí y se fue sin decirme nada más. Parecía que no había nadie en la casa. Así que empecé a llamar, hasta que, al buen rato, salió uno que, después de saludar, me dijo que esperara que salíamos en un momento.
Era tarde. Aquí a las seis menos diez oscurece; bueno más bien se apaga la luz, y serían las cuatro. Pensaba, como tarde mucho en salir se nos va a echar la noche encima y, entonces, si que voy a pasar miedo. Una cosa es emoción y otra bien distinta es pasar miedo.
De repente, vi en el la entrada de la casa una pitón o algo así. Volví a llamar al de la casa, salió y me preguntó que si lo que quería era un refresco. Aproveche, le dije que sí, pero que había una pitón. El me dijo, que era su mascota y que también tenía un jacaré.
Lo tenía atado a un poste. Mientras tomaba el refresco me acerqué a él. Pobrecito, al sol, con la boca abierta. Todo reseco. Ni se movía. Parecía que estuviese moribundo.
De repente, en una fracción de segundo, su cola me dio un buen golpe en la pierna mientras que su boca se acercaba para tirarme un bocado. Yo salté. Esa fue mi suerte.
Co?o! que susto!, y parecía muerto! el muy ca??on!. A esto que el de la casa me dice muy tranquilo y lentamente: "cuidado!, peligroso!".
Yo, que me puse muy nervioso, le dije en tono airado que eso lo podía haber dicho antes. Que había estado a punto de darme un bocado. Así y todo, la cola me hizo una pequeña herida y eso que iba con unos pantalones vaqueros de los gordos.
Pasaba el tiempo y no salíamos, yo ya estaba, entre unas cosas y otras, poniéndome más nervioso.
Le pregunté de forma exigente: "Cuando salimos?". Y él, con su parsimonia y toda la tranquilidad del mundo, dijo "tranquilo, salimos en unos minutos".
Como el tiempo seguía pasando y no salíamos, volví a dirigirme a él. "Verá señor, si no salimos ya se nos va ha hacer de noche y no nos va a dar tiempo de cazar ni uno. El de nuevo, con mucha tranquilidad dijo: "No, no se preocupe, ya salimos".
Me c??o en…! ya salimos y se pone a tomar un refresco!. Yo estaba más que nervioso, estresado. Si lo se no me apunto a esta excursión, pensaba. Porque vaya quien me ha tocado de cazador.
Ha esto llega otra canoa. Trae a una pareja de unos 30 años. Suben a la casa, nos saludamos; eran suizos. Ellos, rápidamente me preguntaron si yo también iba a la caza del jacaré y les dije que si. Note que se pusieron contentos. Bueno, yo también. Ya no era yo el único loco que se había apuntado a la caza del jacaré.
El de la casa llegó con la canoa que tenia atrás y nos pidió que nos montáramos. Primero se montó el marido, después la mujer y yo que era el que más tiempo llevaba esperando, me tocó sentarme atrás del todo.
No me hizo gracia. Pero por fin, salíamos. Como no vi ninguna escopeta le pregunté al cazador: Como vamos a cazar cocodrilo? y el dijo que los cocodrilos lo iba a cazar solo él y que para ello tenía una cuerda y una linterna. Me enseñó el cacho de cuerda y la linterna. Me quede fuera de juego. Mi moral se vino abajo. Será posible cazar cocodrilos con una soga, que digo soga, era un cacho cuerda, y una linterna?.
Pero, en fin, salíamos a lo que habíamos venido!. Lo peor es que eran las cinco y veinte o, quizás más tarde.
Era una canoa de remo, pero, la verdad, es que iba realmente rápida. Cruzamos la laguna y entramos en un canal estrecho y todo inundado... Los sonidos de la selva al atardecer me resultaron muy intranquilizantes, exótico, como yo había oído en las películas, en las de miedo!. De ese canal pasamos a otro lago, y después a otro canal. La noche se hecho encima. Habia unos bichos en la superficie del agua que emitian luz, lo encontré bonito.
Quería decirle a la pareja que si a ellos les parecía, podíamos dejar la caza para el día siguiente. No me hacia gracia ir a cazarlo de noche.
Estaba intentando decírselo, pero el canoero interrumpió y dijo: "Por favor, ahora ya no fumen y tampoco hablen. Estamos en una zona de jacarés grandes".
Por si los siniestros sonidos de la selva, pájaros y otros bichos no fueran suficientes para entrarme miedo, ahora, el cazador de jacaré nos advierte que estamos en peligro.
No se me quitaba de la cabeza que el cazador sólo llevaba una cuerda y una linterna. Dios mió! Pero que va a hacer con una cuerda y una linterna?. Al primer intento, el cocodrilo se lo zampa y a ver que hacemos nosotros por aquí? si no tenemos ni idea donde estamos!.
Empezaba a pensar acciones de seguridad y me decía si un cocodrilo ataca, ahí tengo un árbol donde subirme, me subo a él y a esperar el servicio de rescate. Pero sabrá alguien por donde andamos?
Mientras que cruzábamos otro canal, volví a intentar decirle, en voz baja, a la mujer, que era mejor que lo dejáramos para otro día. Pero ella no entendía y me volvió a preguntar que quería decir. Se lo repetí, igual pero un poco más fuerte. Antes de acabar de decírselo, el cazador me interrumpió e insistió en no hablar. Nos aclaró que estábamos en un área peligrosa de cocodrilos grandes.
Como si me hiciera falta que me lo recordara.
De repente, por la parte de atrás, se escuchó un barullo fuerte de que algo entraba en el agua. Y parecía grande!.
Pregunte: "Jacaré?". Y él afirmo: "Si, jacaré grandón".
Un cocodrilo se había metido en el agua, al paso de nuestra canoa y para colmo yo iba atrás. Pero porqué me meto en estos líos?.
La canoa seguía por el canal cuando, de repente, un golpe seco y fuerte en los bajos de la canoa. La mujer dio un salto que hizo que la canoa quedara un momento inestable. Todos pensamos que era un cocodrilo y preguntamos: Jacaré?". El dijo no, tronco en el agua.
El h.p del tronco, el susto que nos ha dado, pensé.
Puse mis manos en la cintura de la mujer. Pensé, si uno de estos bichos ataca, la tiro al agua y mientras se entretienen con ella, a mi me da tiempo en subir a un árbol. Pero ella también lo pensó. Me dijo que quitara las manos de su cintura. Yo le dije, que era por si vuelve a dar un salto para que no se fuera a caer de la canoa. Pero ella me dijo: "No, yo se que no es para eso, así, que por favor retire sus manos de mi cintura". Chacho! la mujer me leyó el pensamiento.
Estábamos entrando en una laguna grande. Había unos claros de luna y, a veces, iluminaba parte de la laguna, pero lo que no iluminaba era la orilla que estaba en oscuridad total y era donde estaban los jacarés.
El cazador nos dijo, ahora por favor mucho silencio porque acabamos de entrar en un lago donde hay unos cocodrilos realmente grandes y peligrosos.
De repente, paró la canoa en seco. Parecía que tenía frenos hidráulicos. Cogió la linterna y apuntó a la orilla. Movía su linterna para ir viendo toda la orilla del lago y de repente quedó iluminando una zona.
Sólo dijo "jacaré" y puso rumbo donde iluminó por ultimo. Nadie se atrevía a preguntar nada. Yo pensaba, "El tío este ha visto un jacaré grandón y va con toda su sangre fría a cazarlo con cacho cuerda!".
Saldría alguien vivo de aquí?. Virgencita que me quede como estoy.
Estábamos en la orilla. Iluminaba un punto con la linterna y de repente, con la otra mano, se abalanzó a algo. Era un jacaré, tamaño de unos quince centímetros. Mi corazón y todo mi cuerpo se empezó a relajarse y a todos nos dio un ataque de risa, después de toda la tensión acumulada. Así que empezamos a reír.
El cazador nos dejó cogerlo. Vimos que todo era teatro y nos divertimos mucho de vuelta a un hotel de selva donde pasamos la noche.
Empezaron a comentar que ellos querían darse la vuelta pero que no sabían como decírmelo porque podía ser que yo no quisiera darme la vuelta.
No olvidaré jamás el miedo que pasé aquella noche. Y después, comentando todo lo que pasó con aquella pareja, lo que nos reímos.
Creo que toda la risa era debida al estrés acumulado.

Bendiciones rápidas


Esperé en Manaus hasta que llegó el momento de ir con los evangelistas al poblado indio. Por fin! Iba a ver una tribu en carne y huesos. Estaba impaciente.
Un día antes de la partida fui para confirmar la salida. Ya tenían todo listo y saldríamos a las cinco de la mañana del puerto, me dijeron.
Cuando, a la mañana siguiente llegué al puerto, ya estaban ellos allí. Tenían un buen barco e incluso una canoa con motor fuera borda. Lo que por aquí llaman una voladera. Subí al barco. Me presentaron al personal que iba al poblado. Ninguno de los que iba al poblado había visto antes. Era un predicador y dos monjas. Una de ellas joven y rubia. No era brasileña y sabía hablar muy mal el portugués.
Llevábamos 3 ayudantes para llevar lo pesado.
El barco se puso en marcha y salimos. El predicador y la monja mayor, ya habían estados varias veces allí y conocían a esos indios.
Durante el viaje me estuvieron explicando las costumbres que tenían y que algunas veces lo difíciles que eran; llegaban a ser peligrosos.
Después de unas horas, pararon el barco y empezamos a cargar la canoa. Subimos a ella y salimos para entrar en ríos y canales pequeños.
Íbamos a una buena velocidad. No llevaríamos ni dos horas de canoa cuando llegamos a una orilla donde bajamos.
Empezaba la caminata. Llevaba una mochila no muy pesada. Pero lo peor lo llevaron los porteadores. Si, esos que salen en las películas. Me daba un poco de penita la monja joven, pues no podía mucho con lo que llevaba y se veía que hacia un esfuerzo superior a lo que ella podía.
Estuvimos andando por un pequeño sendero, aquí lo llaman trilla, unas dos o tres horas, paramos ante una zona inundada para descansar y comer unas galletas.
El sendero se metía por la zona de aguas. Pensé, que no entraríamos por el agua. Pero entramos en el terreno inundado; no cubría mucho, por debajo de la rodilla. Pero después de una media hora, empezó a ponerse la cosa peor. Había momentos en que teníamos que quitarnos las mochilas de las espaldas y llevarla con las mano en alto, sino querías que se te mojaran las cosas. Y eso hacia que el esfuerzo se multiplicase.
Por fin, acabamos de pasar esa zona. Bueno, la tierra seguía mojada pero el agua sólo llegaba a la altura del tobillo, cuando más.
Seguimos con la caminata sin parar hasta que dieron las doce o la una del medio día. Ya estábamos en terreno seco. Paramos y el evangelizador dijo de quitarnos las posibles santígüelas. Así que, las monjas fueron para un lado y nosotros para otro.
Nos quitamos las ropas y empezamos a revisarnos. Vi que el evangelista llevaba un revolver, le pregunté para que lo llevaba y él, en tono cómico, dijo "Es por si tengo que hacer una evangelización rápida".
Estaba claro que era un predicador que te podía bendecir a la velocidad de una bala. Claro que años después lo comprendí.
Suponía que eso de revisarnos por si teníamos santígüelas era simple precaución y que no tendría ninguna, pero tenía las piernas cuajaditas de ellas. Tenia hasta en la espalda.
Algunas estaban ya gorditas. Me dieron sal para quitármelas. Fuimos quitando-nos todas. Pero lo mejor fue, los gritos y saltos que daba la monja joven, la rubia. Eran de película. Yo me reía. Bueno, en realidad, nos reíamos todos.
Sacaron tres infiernillos de gas y empezaron ha hacer la comida. Y nosotros empezamos a limpiar un poco donde íbamos a colgar las redes.
Después de comer, atamos las redes y descansamos un buen tiempo, por lo poco una hora y media. El descanso se me hizo corto.
Comenzamos de nuevo la caminata. La selva se hacia cada vez mas espesa y se hacia imprescindible avanzar a golpe de machete. Así, que tuvimos que repartirnos los bártulos que llevaban unos de los ayudantes para que él fuera abriendo el camino. Y así, estuvimos andando hasta poco antes del atardecer.
Hicimos la acampada, cenamos y yo me tumbe de seguida en la red. Y, a pesar de esos sonidos de los animales por la noche que son desconcertantes y misteriosos cuando no estas acostumbrado, yo dormí rápidamente, como si estuviese en mi casa.
De mañana, después del café, volvimos a la carga. El evangelista empezó a dudar por donde ir. Y empecé a mosquearme. El explicaba que cuando estas zonas se inundan todo cambia. Pero que íbamos por buen camino porque la brújula no se equivocaba. Sólo que en ese día cambiamos de rumbo dos o tres veces.
Ya tenía por experiencia que cuando alguien me dice que no me preocupe es el momento de preocuparse de verdad.
Al medio día del día siguiente, dijo de darnos la vuelta. Estábamos perdidos!. Me desilusione mucho, después de todo este esfuerzo, no voy a ver indios. Pues si que tengo mala suerte!.
Nos dimos la vuelta, esperamos en una orilla un día o dos, hasta que volvió la canoa a recogernos.
Y este fue el triste final de ésta pequeña historia. Me quedé sin ver a los indios!.

Areolineas uhi ui hui, con "Business Class"


En otra ocasión, llegué a un pueblecito a la vera del río Branco. Tenía un puerto y mucho tráfico de barcos, sobre todo de balsas. Balsas llevando todo tipo de cosas.
Además, en esa época, venían muchas gentes de los guarimpos a vender el oro a la ciudad. Y si no conseguían un buen precio, subían hasta Boavista para intentar venderlo allí. Y, por último, si también en Boa Vista no conseguían el precio que ellos esperaban, entonces, viajaban a Manaus.
Estaba bebiendo una cerveza en la terraza de un bar, viendo avionetas aterrizar y despegar, cuando un hombre delgado, con la cara chupada y mala pinta, se me acercó y me preguntó si era gringo y empezó a contarme su vida. Bueno, aquí, si alguien se sienta cerca de ti y te descuidas te cuenta toda su vida desde el principio al final.
Era un guarimpeiro, tenía una avioneta y me convidó a pasar un día en su guarimpo. Me dijo que no me fuera de allí, él tenia que hacer no se qué y que no tardaba en regresar.
Pasó media hora y no volvía. Siguió pasando el tiempo y no volvía. Por lo poco, esperé tres horas y eso que dijo que no tardaba.
Nos montamos en la avioneta. Era una Cesna, vieja y atrás llevaba un motor grande de la marca MWM Diter. Mi asiento tenía un cojín malucho porque estaba agujereado. Y los instrumentos de la avioneta..... ... no tenía. Tan sólo uno que creo era para ver la temperatura del motor. Donde tenía que haber un instrumento, solo estaba el agujero.
Puso el motor en marcha y empezó a acelerar y, tuvo que ponerla a tope para que la avioneta comenzara a rodar. Se fue a la cabecera y aceleró al máximo. Nos comimos toda la pista para que despegara.
Que nervios!Ya estábamos en el aire y le costaba tomar altura. Era un paisaje todo verde. A veces se veía un rió.
No lo pude disfrutar mucho porque, de repente aparecía un árbol superalto en nuestro camino y parecía que el tren de aterrizaje iba a chocar con el arbol.
Le hacia señas para que subiese y él me indicaba con las manos que ya estaba todo al máximo y era todo la altura que podía coger. Por el ruido que hacia el motor debía estar al máximo.
Estuvimos volando sobre una hora y media. De repente, abajo, una pista de diez metros, bueno eso era lo que parecía. Desaceleró el motor y picó la avioneta.
Estaba aterrorizado pensando que quizás era donde teníamos que aterrizar. Así que señalé la pista y le pregunté si era la pista. Afirmó con la cabeza.
No aterrizamos de la forma habitual, sino de arriba abajo, tipo helicóptero. Dejó caer la avioneta. Que buen tren de aterrizaje tenía esa avioneta!.
Había unas tres o cuatro barracas y unas mujeres cocinando. Las saludamos y fuimos andando hasta donde estaba el guarimpo.
Había unas cuatro personas trabajando. Estaban, aun más delgados que el dueño. Tenían la cara verdosa. Fue curioso ver como conseguían extraer el oro.

En el crucero, tenemos de primer plato... ...mono!


De regreso del guarimpo, ya de vuelta en el pueblo, hablé con unos que iban a bajar hasta Manaus en una de esas balsas y me convidaron para ir.
La balsa llevaba arena. Salimos, iba muy lenta y haciendo muchas zig-zag, el río estaba bajo de agua. Era la estación seca.
Me llamaba la atención ver caer, de cuando en cuando, árboles grandes de la orilla.
Como el río estaba bajando, la balsa encayaba con frecuencia. Y, entonces, para sacarla del arenal ponía el motor del remolcador a máxima potencia hasta que desencallaba.
Una de esas veces, no había medio de salir. Así que atracamos la balsa para que la propia corriente fuera llevándose la arena de abajo.
Empezaron a bañarse en el río. Sabia que podía haber pirañas, pregunté: "Tiene pirañas?" y me respondieron que no. No tenía piraña!. Así que también, me bañé.
Después del baño, unos se pusieron a pescar. Rápidamente, empezaron a pescar pirañas. Yo, que tenía grabado que la piraña era muy peligrosa, me irrité. Les dije, como pidiéndoles una explicación del por qué me habían engañado: "Pero vosotros me dijisteis que no tenia piraña!". Y ellos, simplemente respondieron, y sin ningún tipo de preocupación, que si, si tenía piraña.
No me aclaraba con esta gente!.
Un día, esperando que la balsa se desencallara, uno de ellos se llevó un guante metálico y unas frutas o algo que le gustan mucho a los monos.
Se fue y cuando volvió, traía un mono muerto. Había cazado un mono.
En el almuerzo, cuando iba a llenar mi plato, veo que en la olla de arroz, estaba cocinado al mono. Vi esas manínas que parecían las de un niño.
Se me quitaron las ganas de comer. Y ellos insistían para que comiera que la carne de mono era muy rica. No pude comer.
Me impresionó ver el mono cocinado. No me lo esperaba.

Por un puñado de.... ... piedras


Volví de nuevo hará unos 15 años y estuve unos 3 o 4 meses. Recuerdo que la ciudad de Boa Vista, en el estado de Roraima, reinaba la ley del oeste. Era una ciudad no muy grande.
Todos los negocios giraban alrededor del oro y de piedras preciosas. También recuerdo que había tiendas que vendían motores MWM Diter, hechos en mi pueblo. Hoy continúan instalándose en barcos y camiones.
Las tiendas que traficaban con oro y piedras preciosas, eran como quioscos de pipa y hechas de madera. Había muchas. Pero todas esas pequeñas barracas tenían por fuera, uno, dos y a veces, más "personajes de seguridad" que en realidad eran unos descamisados, con un cinturón, donde colgaba una pistola, un machete y llevaban colgado del cuello un fusil o un sub-fusil.
De cuando en cuando, se escuchaba algún disparo. Y todos los días se mataban unos cuantos.
Ya él del "hotel" me pidió que procurara no andar por la calle de las tiendas de oro y piedras. Y que no anduviese por la noche. Decia que había muchos asaltos. Y era un lugar muy peligroso para ir solo. Me advertía que de vez en cuando, mataban algún turista y que no comprara nada de oro ni de piedras porque siempre había algún ladrón que espiaba y se los comunicaba a otros y era cuando, con seguridad era robado, con en consiguiente peligro.
Mi técnica para conocer la ciudad sólo, era ponerme una camiseta agujereada y sucia, una chanclas de las que vendían por aquí, una bermudas bien sucias. Y no llevar reloj ni nada e incluso, ensuciarme un poco los brazos y la cara. Así, aunque la gente percibía que era turista, también percibía que era pobre y por tanto carecía de interés.
Esta técnica me dio buenos resultados en todas las ciudades.

Si te vas, no te lleves mi canoa!!


Bebiendo una cerveza en una terraza, unos tipos empezaron a comentarme cosas del lugar.
Hablando, hablando, me descubrieron que ellos mataban jacaré y las pieles la llevaban hasta Manaus. Sólo que no había un barco que se arriesgara a llevar esa carga. Estaba prohibida.
Según me contaron, la policía, si veía a alguien matando alguno, disparaba y punto. Así que ellos llevaban las pieles hasta una ciudad que estaba más abajo y a la vera del río Branco y desde allí, bajaban con las pieles en canoa hasta el río Negro. Y del río Negro, un barco de pescador, amigos de ellos, lo acercaban a Manaus donde las vendían.
Les pregunté si era posible hacer el viaje con ellos y no se opusieron y marcamos el día.
Fuimos en autobús hasta la ciudad y allí ellos tenían dos canoas y yo compré una. Preparamos las cosas que nos iba a hacer falta y en uno o dos días salimos río abajo. Al principio, como iba muy ilusionado viendo árboles, monos y paisaje, no note el cansancio mucho. Antes de las cinco, encontramos un lugar para hacer acampada.
Ellos descargaron de la canoa las pieles y las colgaron en una cuerda. No llevábamos cocinilla, así que por la mañana uno de ellos fue cogiendo madera "seca" e intentó encenderla. Recordé que llevaba carbón para encender barbacoas. Así que le dije que me dejaran encender el fuego. Ellos se miraron y se rieron en complicidad, pensando que no seria capaz de encenderlo. Puse, sin que me vieran, dos carboncillos en medio de la madera, cogi una cerilla y los encendí. El fuego empezó rápido. Ellos se quedaron con la boca abierta. Querían saber mi técnica y yo hice como si no entendiese lo que querían decirme.
Uno fue a la canoa para coger el café y las galletas. El otro estaba alejado haciendo no se que y yo estaba avivando la llama para que el agua se calentara antes, cuando, de repente, una onça apareció a menos de cuatro metro de mí. El corazón se me paró. Pero no quiero entrar en esta historia, pues ya la cuento más adelante.
Volvimos a seguir el descenso del río, acampamos de tarde. Y por la mañana, cuando desperté, vi que ellos ya habían recogido sus redes. Pensé que se veía que tenían prisa. Suponía que vendrían con el café. Pero me di cuenta que mi mochila pequeña que dejé colgada no estaba. Sólo estaba la mochila grande que tenía costumbre de atar junto con la red. Me pregunté para que la cogieron?.
Fui donde estaban las canoas. Y no había ninguna canoa. Tampoco las pieles estaban colgadas. Como todavía no asimilaba que pudiera ser un robo, me quedé esperando y preguntándome, donde habrán ido?. Pero según pasaba el tiempo, empecé a comprender que había sido robado.
Río arriba, habíamos pasado una comunidad, de esas pequeñas que tienen cuatro casas y una iglesia, así que me puse en marcha para subir. No estaba lejos, pero andar un metro por la selva de Roraima a la vera del río suponía un esfuerzo extraordinario. Tarde dos o tres días, recuerdo que tenía en la mochila grande dos o tres latas de sardinas y una de paté. Esas me la comí en el primer día y los demás días a pasar hambre se ha dicho.
Llegué a la comunidad y al día siguiente, un barco de pescador me subió hasta el pueblo de donde habíamos partido.
A partir de entonces siempre he ido por la selva solo. Siempre, cuando la gente quería saber donde iba a ir, mentía para que nadie supiese nada. Y esta técnica me va bien. Mientras menos gentes sepan lo que vas a hacer mejor. Y, como recorrer la selva andando es muy penoso, lo que hacia es irme hasta la comunidad o ciudad que estaba en los nacimientos de los ríos, allí compraba una canoa, víveres y descendía en canoa.

Mucha agua pa mi canoa!


En uno de esos descensos, como algunos ríos de aquí son extremadamente anchos, me perdí.
Ya sé, podéis pensar que es solo descender, dejarse llevar y ya está. Eso era lo que yo creía. Pero la cosa se me complicó cuando se fue ensanchando y empezaba a ver canales. Ya no sabía para donde tirar. Veía cual es la corriente más rápida y tomaba ese canal, pero a los pocos kilómetros, el mismo dilema y la corriente mucho mas lenta.
Y, así, fui perdiéndome. Llegó el momento en que todo era un pantanal. Una tierra inundada de agua. Estaba perdido.
Compré alimentos para una semana y ya estaban escaseando. Tenía un revolver del 32 que compré en uno de esos pueblos donde sólo hay una tienda que lo mismo te vende un bote de mantequilla que un cartucho de dinamita. Pero por más que me esforzaba apuntando al posible plato, no había manera; unas veces porque antes de disparar se espantaba y se iba y otra porque no le daba.
Días antes había cazado un jacaré y aun tenia carne, eso si, medio podrida a pesar de tenerla salada. Y con eso quería pescar, pero tampoco tenía suerte.
Fue creciendo mi desesperación. Y más cuando sólo me quedaba medio bote de manteca, bueno en realidad, media botella porque la mantequilla, como se hace liquida con esta calor, la llevaba en una botella y dos o tres latas de sardinas. También tenía medio bote de un complejo vitamínico. Era todo. Bueno y la pistola, pero para el resultado que me daba, casi nada.
Un día vi a un perezoso moverse en una rama y estuve disparándole hasta que cayó al agua. Olía mal. Pero cuando tienes el mejor condimento de cualquier plato "hambre", cualquier carne está buenísima. Se me estaba haciendo exquisito antes de prepararlo.
Busque un sitio para hacer el fuego. Hasta eso me costó trabajo. No había modo. Quemé hasta unos planos que pensé no me harían falta. Y, al final, casi dos cajas de cerillas. Cuando logré asar al perezoso el estomago lo tenia hecho mixto pensando que iba a comer algo. Y es que el segundo o tercer día sin comer, el estomago empieza a retorcerse y a doler un montón. Aunque después, cuando pasan más días, te vas acostumbrando y parece que no tuvieras tanta hambre.
Me quedé perdido en todo ese pantanal unos veinte o treinta días. Y en esa situación entra mucha desesperación. Cuando por fin aviste unas casas, de esas que están a la vera del río, me entró mucha alegría, podéis imaginaros.
Cuando quise hablar con una mujer que estaba fuera de la casa, no me salía la voz de mi cuerpo y no era por debilidad que también, era simplemente por haber perdido la costumbre de hablar.

No mates a los indios!


En otra ocasión, bajando el xingú, me topé con una tribu de indios "civilizados" y me dieron de comer y todo. Pero cuando llegué a una ciudad, la noticia que corría era que uno o más gringos, habían estado matando indios. Me asusté, pensando que alguien pudiese creer que fui yo, así que tire el revolver que llevaba, cogí un autobús y me fui de allí por si las moscas.

Quiero un terrenito pa mi barraca!


Y ahora, va hacer un año que estoy, dando bandazos de un sitio a otro, recorriendo selva, buscando una zona donde haya caza y pesca para vivir al estilo Tarzán.
Por eso, en ésta ocasión, he venido de una forma diferente. Mucho más pausado. La selva, ahora, se me ha hecho mucho más dura.
Pensé que podía vivir en las lagunas que tiene el rió Branco; pero la espesura de esa zona de selva hace que sea muy difícil el desplazamiento a pie y, también la enorme cantidad de mosquitos, así que he seguido recorriendo otras zonas.
En mi busca por un rinconcito de selva, me han pasado muchas peripecias, cosas agradables y desagradables. Lo peor, me ha pasado en las ciudades con las gentes. Y es que aquí hay muchos maleantes y no te puedes fiar ni de la abuelita por muy buena pinta que tenga. Tan sólo de los pescadores y hay que saberlo diferenciar de los tortugueros, de los que hay que tener mucho cuidado cuando no es la época de la tortuga. Pues, son gente que al no tener otro recurso de vida, están dispuestas a cualquier cosa para asaltar a los navegantes de rió y robar. Y matar, si lo ven necesario, está incluido entre sus posibles acciones.
Pero no quiero que te lleves una impresión errónea de la gente de aquí. Tengo que decir que son personas hospitalarias, amables y alegres.
Ahora han cambiado muchas cosas. Ya, los indios no son despreciados cuando van a las ciudades como lo eran antes que eran tratados de una forma muy desagradable. Y también, eran engañados por los madereros.
Recuerdo que cuando abrían una nueva serrería iban por los pueblos anunciando que tenían trabajo.
En el estado de Roraima, han devuelto muchas tierras a los indios y estos han formado comunidades. Y han reforestado parte de selvas. Y ya no he visto esos camiones llevando troncos gigantes; tan grandes que había camiones que sólo podían llevar un tronco, pues, tenía un diámetro de unos de siete metros.
Pero claro que se sigue cortando árboles. He estado en el interior de Monte Alegre y hasta que no estoy bien internado en la selva, no dejo de escuchar esas moto-sierras.
Por todas estas vivencias que he tenido por aquí, es por lo que me ha dado por contar algunas de las cosas que me han pasado o he escuchado de otros.
No cuento todas porque las hay desagradables y mi intención es entretener.
Las fotos que incluyo, las he hecho a partir del mes de diciembre del 2006 y ahora me arrepiento no haber tenido una cámara para haber fotografiado otros buenos momentos y paisajes que he visto antes.
Espero que, aunque no estén muy bien contadas, te gusten y te entretengan un ratito, a mi me llevan entreteniendo un año.
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Santa Bárbara bendita!


Una de las cosas que sorprende en el amazonas son las tormentas. Hay veces que inmediatamente después de un súper-relampagazo, suena el trueno y tiembla la tierra. No!, No es una exageración!. Es real.
En cambio, otras, tienes la tormenta encima, y ves unas iluminaciones apantalladas y fuertes y no escuchas el trueno. No te lo crees?. Haces bien, yo tampoco me lo creería.
Creo que aquí se producen tormenta a una altura descomunal, para mi no tiene otra explicación.
En la selva, hay algunos súper-árboles. Son gigantes entre los gigantes. Sobresalen de todos los demás. Bajando en canoa por un río y de repente, comenzó a cambiar el tiempo y se levantó un temporal. Estos cambios de clima son corrientes. Empezó la tormenta, una de esas fuertes.
Me orillé y até la canoa para esperar hasta que pasara la tempestad. De pronto, un rayo dió en uno de esos gigantes. Sonó de impresión y la copa cayó. Ha sido el fenómeno más espectacular que he visto.
Para tener una idea, una vez me encuentré con investigadores que llevaban en el barco un teléfono satélite y no tenían cobertura a causa de las nubes.
Lo he comprobado muchas veces con mi gps que, en un principio, pensaba que se habia estropeado.
A veces, ves que no hay nubes, sólo unas pequeñas hilachas y empieza a chispear.
Otras veces, mira al sol y ves un arco iris alrededor de él. En fin, que tienen unos fenómenos meteorológicos diferentes y espectaculares.


Tornado en el río Amazonas.

Si pisas la raya, juegas a la pata coja!


Las rayas son otros de esos animalitos que tienen los ríos de aquí. Hay zonas infectadas de rayas. Y, aunque todos dicen que siempre están en el barro, también lo están en la arena.
Así que, la técnica para que no sufras la herida de su aguijón es ir arrastrando los pies, si bien, algunas veces olvidas la técnica y corres el riesgo de sufrir un buen aguijonazo y, según los que ya lo han experimentado, doloroso.
En un viaje anterior que hice a ésta zona me encontré con alguien a quien le habían amputado la pierna por culpa de una herida de raya. Sin embargo, en éste viaje que estoy haciendo, he hablado con muchas gentes que han sufrido este aguijonazo, inclusive niños, y todos cuentan de lo dolorosa que es pero no han tenido más repercusión.
No se si es que tendrá veneno o si será que, como la herida se sufre en el río, esta se infecte.
Lo mejor, si te bañas por aquí, es llevar la técnica de arrastrar los pies por la arena sin olvidarlo un momento; de ésta forma, cuando choca el pie con una de ellas, simplemente se van. Además, debemos tener en cuenta que las hay que llegan a pesar más de treinta quilos.


Foto de una raya

Pirañas, esos peces glotones! .


Hay muchas historias de pirañas. En casi cualquier comunidad que esté a la vera de un río o lago, tienen muchas historias de estos peces.
Puedo decir que cuando las hay, pescarla es realmente fácil, sólo es lanzar un anzuelo con un poco de carne y ya tienes una. Pero tienes que tener la precaución de romperle la mandíbula rápidamente porque si no lo haces corres el riesgo que recibas un buen bocado. Y tienen unos dientes muy afilados.
Hace unos meses me mordió una en el dedo y se llevó un cacho de carne y la herida no dejaba de sangrar. Aun tengo la huella.
Son peces que están muy sabroso asados e incluso cocido. Bueno, todos los peces que he probado de estos ríos son ricos de verdad, no tienen nada que ver con los peces de nuestros ríos. Y habré experimentado unas decenas, o más, de especies.
Cuando he permanecido en la selva, he tomado baño en ríos y remanso siempre que podido y nunca me ha acontecido ningún incidente con las pirañas, a pesar que en algunos sitios estuviese infectados de ellas. Claro que siempre lo he hecho sin herida alguna, que es cuando atacan. Y también decir que he llegado a pescar pirañas rojas de mas de 40 centímetros. No son esas pequeñas que hemos visto en las películas, sino pirañas grandes, con una buena mandíbula, por no hablar de lo afilado que tienen los dientes.
También he cruzado pequeños ríos y lagunas sin incidente con estos peces.

Devoran a un niño.
En una comunidad me contaron que, hacía sólo unos meses, una familia, comenzó a atravesar una pequeña laguna de poca profundidad que formaba un río. Ocurrió que uno de sus hijos fue atacado por las pirañas.
Pidió ayuda y los padres y hermanos tuvieron que correr a la orilla al ver que se trataban de pirañas.
Según cuentan, fue devorado en segundos. Los aldeanos que vieron la tragedia lo cuentan también con resignación de no haber podido hacer nada.
Podéis imaginaros la impotencia de los padres al no poder hacer nada por su hijo e incluso tenerse que ponerse ellos a salvo y dejar a su hijo en esa situación. También algunos de ellos sufrieron alguna que otra mordedura.
Esta historia la contaba el abuelo del niño atacado mientras que otros que estuvieron presentes afirmaban, de cuando en cuando, con la cabeza. Y mientras relataba la historia paraba un momento para aguantarse la emoción y no llorar delante de los que la escuchábamos.

Si bebes no te bañes!
Hace sólo dos meses, en un lago del río Amazonas, una noche, unos cuantos que estaban bebiendo fueron a tomar un baño.
Uno que estaba muy bebido, según cuentan, empezó a sangrar por la nariz. Y, estando en el agua, comenzó a limpiarse la sangre. En segundos fue atacado por las pirañas y devorado. Los demás, salieron del agua, pues no hay nada que se pueda hacer cuando alguien es atacado por pirañas. Acercarse es exponerse a ser también devorado con seguridad.


La foto no es de piraña, sino de pacú, y es que no tengo ninguna de piraña.

Que no te piquen!


Cuando voy ha hacer acampada en la selva, siempre limpio un poco y procuro muy bien que no tenga ninguna serpiente. Después ato la red en árboles que no tengan hormigas. Y comienzo a preparar la cena.
Cuando más tranquilo estoy, veo a una moviendo se cerca de mí. Nunca soy capaz de verlas, sólo cuando se mueven.
Y hay muchas serpientes venenosas. Ya he hablado con personas que han sido picada por serpientes, a unas no les han pasado nada y otras, en cambio, le han tenido que amputar la pierna.
Una vez, fui a dormir a una barraca en mitad del mato. Como éramos un montón y no daba para atar la red para todos, algunos tuvimos que extender la red en el suelo de la barraca que era de madera y dormir allí.
En mitad de la noche, sentí como pasaba una serpiente por encima de mi pecho. No me moví. Después que pasó, cogí la linterna y llamé a los demás. Una serpiente! expliqué. La iluminamos, ya estaba alejándose y uno del grupo indicó que se trataba de una surucucú. Y la surucucú junto con la cascabel son de las más peligrosas que te encuentras en la selva según ellos; aunque en los libros te dicen que es la coral.
En otra ocasión, no hace mucho, iba andando por la selva cuando una serpiente me mordió, sólo que con la fortuna que mordió en la bota. Quedó una pequeña marca y una mancha amarilla que ya ha desaparecido.
Otra vez, estando en una pequeña comunidad vi a un joven que tenía amputada la pierna. Me explicó que fue por la picadura de una surucucú. Y como estaba lejos de la ciudad, al final, tuvieron que amputar la pierna por debajo de la rodilla.
Otra que también abunda, es la serpiente papagayo que es verde y vive en los arboles aunque yo las que he visto estaban en tierra.
Espero no tener ningún incidente con estos animalitos ya que no llevo ningún tipo de suero. Pero ya me he percatado que donde más hay es donde hay muchos sapos, ranas y en sitios soleados.
Cerca de Monte Alegre, hay una sierra que todos los veranos la incendian a causa de la cantidad de serpientes que hay.


Esta foto es de una pequeña jararaca. No es muy venenosa. Y en esta ocasión me he atrevido a matarla y sacarla a tierra para hacerle una foto. Porque aunque sean serpientes jóvenes también son peligrosillas y a mi me da un poco de miedo porque son muy rápidoas en sus ataques.

Ojo con éste loro que es un mentiroso!


Estaba fotografiando éste loro. Y mientras lo hacía llegó un vecino y gritó: "Señora María!"; el loro respondió: No esta!, ha salido!. Y preguntó si sabia cuando volvería y el loro, de nuevo, respondió: "no lo ha dicho".

Me quedé pasmao. Parecía la conversión de una persona.
Salió la mujer de su casa y preguntó que quería. El hombre, que no conocía a la mujer dijo: Bueno yo quería hablar con la señora María; "Sabe usted cuando volverá?". Y ella respondió "yo soy María". Y le explicó que quien le había estado contestando era el loro. Muchas risas. El puñetero loro!


Foto de loro mentiroso.

Onça, la pantera del amazonas


Aquí les llaman onças. Son animales que pueden pesar entre 100 y 120 kilos, creo yo. Y son valientes, sigilosoas y osadas; además de ágiles y extremadamente rápidas. Ágiles inclusive en el agua.
Muy bonitas cuando las ves en el zoológico, pero que dan un miedo que hace que te se pare el corazón cuando la ves libre, en la selva y a menos de 4 mts de ti.
En estas condiciones he llegado a ver 3 onças y con un poco más de distancias 2. Una de ellas, una onça negra.
Era al amanecer y le daba el sol por el lomo y la parte de atrás, brillaba. Parecía que acababa de salir de la peluquería, muy bonita. Aunque sus ojos claros, sus colmillos blancos y su boca roja te pone la carne de gallina.
Aquí hay tres tipos de onças, la pintada que es la más común, la roja y la negra.
No temen a casi nada, cualquier animal está en su menú incluido el hombre cuando tiene hambre. Tampoco a lo que por aquí llaman algo así como queijada que son una manada de unos 50 a 100 jabalíes salvajes, estos son muy peligrosos, lo bueno es que los escuchas venir y te da tiempo a ponerte a salvo.
Cuando ataca a una queijada, la onça, mata al último con extrema rapidez. Si se equivoca y no es el último, o no es lo suficiente rapida, es atacada por el resto de la manada de jabalíes que la despedazan en un santiamén. (eso es lo que me han contado en varias ocasiones).
Tiene la costumbre de ocultar las presas entre la hojarasca y ramas para volver cuando, sienta hambre. Y cuando regresa donde ocultó una presa, no lo hace lentamente, sino que da un salto y se abalanza a la presa enterrada. Igual que cuando salen del agua, saltan.
Comen yacaré. Por aquí, dicen que le pone la zarpa en la base del cuello y se lo va comiendo vivo sin éste moverse u oponer resistencia.
Esto no me lo creo mucho, pero como coinciden los relatos de unas gentes con otras que viven a distancias considerables, pues lo incluyo y que cada uno piense lo que quiera.
Una de las veces que estaba hablando de onças con las gentes del mato, uno me contaba lo que paso intentado esquivar el ataque, o algo así, de una de ellas. La verdad que no recuerdo mucho su historia, pero él decía que prefería enfrentarse a 100 personas que a una onça.
En cuanto a mi experiencia, como es poca, sólo decir que cuando tienes a una onça espiándote sientes su presencia, no se cómo ni porque, no es miedo, lo aseguro. Pero lo cierto es que empiezas a sentir su presencia de una forma cierta. Y cuando se va, también sientes como se aleja. Y no es que sientas su olor o la veas, ni siquiera oyes ruido alguno. No se lo que es.

Niña es atacada por una onça.
En una comunidad, dos hermanas iban al colegio todos los días y no estaba muy lejos de donde vivían, sólo que tenían que pasar por un trozo de mato.
Un día, de vuelta del colegio, una de ellas tuvo ganas de orinar, se aparto del sendero, mientras la otra la esperaba.
Un ruido, luego un pequeño grito y la hermana que esperaba salió corriendo a buscar ayuda presumiendo lo que estaba acontecido. Cuando sus padres y otros aldeanos regresaron para ayudar a la niña, ya estaba cubierta de hojas y ramas, y la onça ya se había comido su corazón que al parecer es lo que primero come. Esto ocurrió hace unos 10 meses.


Onça heróica.
En una finca donde criaban bueyes, todas las noches lo recogían y hacían que pasasen la noche en un corral, cercado de madera y con una altura de algo más de 1.5 mts.
De cuando en cuando, una onça saltaba al corral, mataba un buey y conseguía sacarlo del corral. Nadie vió como la onça conseguía sacar del corral una carga tan pesada pero todo el mundo, a pesar de la perdida de los bueyes, quedaba admirado por la proeza de sacar un buey por encima de la cerca y arrastrarlo más de 100 metros.


Una onça cómoda.
En una ocasión, dos pescadores domingueros, estaban en el rió Branco pescando cuando vieron atravesar, a nado, una capibara cerca de donde ellos estaban, bueno eso era lo que ellos creían.
Pusieron el motor de la canoa en marcha y fueron para intentar matar la capibara a golpes de remo. Pero cuando iban a atizarle con el remo vieron que en realidad se trataba de una onça.
Debía de estar muy cansada porque el animal dió un salto y subió a la canoa y ellos con el miedo saltaron de ella. Y así, estuvo dando vueltas la canoa en el río hasta que la onça descanso lo suficiente como para atravesar lo que le quedaba de río.

Como te despierta una onça?.
En una ocasión, un cazador del mato estaba acostado en su red. Tenía la costumbre de dormir con la escopeta y el machete. De repente una onça le dió un zarpazo en su culo y éste salto, la escopeta cayó al suelo y se disparo, esto fue su suerte porque la onça huyó.
El que me lo contaba, decía que le quedó un buen recuerdo, refiriéndose a la cicatriz.

Aunque vueles, tienes que tener cuidado de las onças.
Un piloto de avionetas iba a recoger a unos guarimpeiros, pero su avioneta comenzó a tener problemas en medio del mato. Avisó a emergencia, antes de aterrizar, y dió las coordenadas de donde iba a intentarlo.
Tuvo suerte, porque había una pequeña playa a la vera del río y consiguió aterrizar sin problemas.
Dos días más tarde, cuando llegaron un equipo de socorro, no lo hayaron por ningún sitio, así que dieron una batida por los alrededores de donde se encontraba la avioneta.
Uno de ellos, comenzó a oler a carne podrida debajo de un montón de hojas y ramas. Era el piloto. Lo encontraron semi devorado.


Onças con hambre.
Íbamos por la trans-amazónica, un señor del Ibama, el conductor del jeep y yo.
Hacíamos las acampadas a la vera de la carretera. Incluso nos adentrabamos para que uno de ellos hiciera fotos. Al segundo día nos paro la policía militar, nos preguntó si llevábamos escopetas. Y nos explicó que las onças, por esta zona no tenían mucho que comer, así que estaban atacando a las personas y nos dió unos cohetes para que los disparáramos al menor ruido.
Naturalmente, dejamos de hacer las acampadas y casi todo lo hacíamos dentro del coche incluido dormir.

Foto de Onça pintada

Jacaré


A los caimanes, por esta región le llaman jacarés.
Hace algunos años, me enseñaron a cazar jacarés, tanto por la mañana como por la noche.
En una pequeña ciudad, después de saber que los cazaba, me advirtieron que tuviera cuidado porque por esa zona había muchos jacarés azul. Yo pensé que era simplemente para darme miedo y no hice mucho caso.
Un día, después de unos cuantos remando rió abajo, vi uno. Hacia ya algún día que no comía, así que vi una buena oportunidad. Pero a medida que me acercaba al animal, más grande me iba pareciendo.
Estaba acostumbrado a cazarlos de menos de un metro y medio. Cuando me quise dar cuenta, el animal venia para mi. Me di media vuelta y puse rumbo a la vera. Remé con todas mis fuerza. Salí de la canoa y me encarame a un árbol que estaba a unos 5 metros de la orilla. Cuando llegó el animal, lo hizo con extraordinaria rapidez. Parecía que fuese más rápido en tierra que en el agua. No me dió tiempo a nada y para colmo se me cayó la pistola al subirme al árbol.
Era un yacaré enorme. Tendría unos cuatro metros o más. Y tenía mucha paciencia, no se iba ni a la de tres.
Estuve en aquel árbol más de una hora. Y con muy incómodo, a veces, a punto de resbalar. Desde entonces tengo mucha precaución en ver el tamaño del bicho. Porque por estos lares nunca se sabe quien se puede comer a quien.


Foto de jacaré.

Los pescadores los matan y no se los comen!!


Porque les rompen las redes que ponen en el río para pescar. Y no se lo comen, encuentran la carne de este animal mala y yo la encuentro exquisita, particularmente la cola, aunque se come todo.
Y dicen que la grasa de jacaré es muy buena para ciertas dolencias.
En cierta ocasión, me remorcaron la canoa un barco de pescador. Mientras unos cenabamos, otros fueron con canoas a poner las redes para pescar, después, hablando de pesca, un ruido y un chapoteo en una de las redes. Uno de ellos grito: "jacaré".
Cogieron la escopeta y en una canoa fueron dos de ellos para matarlo. Yo fui en otra, con el dueño del barco y otro pescador. Cuando dispararon sobre el bicho, no le darían muy bien y empezó a dar vueltas que parecía una peonza.
Destrozó toda la red. Dispararon más veces pero el animal, a cada tiro, daba más vuelta. El dueño dijo vasta!. La red ya no valía para nada.
A la mañana siguiente fuimos a verlo, ya estaba muerto y mediría más de cuatro metros. Me impresionaron sus colmillos.


Foto de jacaré común

Xucurí


Aquí a las anacondas le llaman xucurí o xucurijú. Casi todos los nombres que se le dan a los animales son nombres indígenas.
Son muchas las historias que cuentan acerca de la xucurí por todo el Amazonas. Y es un animal que no tiene miedo a nada.
Mi experiencia con ellas se limita a dos situaciones. Una de ella, estando tomando un baño en el río Branco, con los que íbamos en una balsa, de repente alguien comenzó a gritar "Boa!, boa!" y todo el mundo, como locos, fueron nadando hacia el barco y yo también, naturalmente, sin saber de que se trataba, sabia que había peligro.
Una vez en el barco, pregunté que ocurría y señalando en el agua me dijeron que venia una boa. De repente apareció toda su cabeza por encima del agua, tenia un diámetro de más de 40 centímetros, después se volvió a sumergir. Por donde estábamos nadando salieron dos o tres remolinos fuertes. Y eso fue todo.
Pero con ese diámetro, da para pensar que podía medir alrededor de 20 mts o más. Pues yo ya he visto xucurí de 8 mts y el diámetro de la cabeza no es más que unos 15 o 20 centímetros, como mucho.
Cuando he comentado éste diámetro con otras personas, siempre lo han dudado. Pero ahora, en el lago grande de Monte Alegre y en los alrededores me han contado historias de xucurí que superaban en más de 20 mts. su longitud.
Aunque en los reportajes de televisión sólo salen con un tamaño de 6 o 9 metros y parece que esta es la medida máxima de estos animales, lo cual es un buen error.
Estos animales en tierra no tienen mucha fuerza, pero cuando entran la mitad de su cuerpo o menos en el agua, no hay quien pueda con ellas. Su fuerza de multiplica por cien.
Los ataques de estos animales se realizan con extrema rapidez. Sobre todo a animales y personas que están a la vera del río, en zonas de pozas, quiero decir que no tienen playa.
Los indios y la gente que vive por aquí, utilizan su grasa para curar las heridas. Al parecer te pones un poco de esta grasa en la herida y se te cuara en un santiamén.
Ataque de una xucurí a un niño.
En una ocasión, estando en un pueblecito, al lado del río Branco, tomando una cerveza con el alcalde del pueblo, un médico y algunos más, dieron la alarma de que una xucurí acababa de coger a un niño que estaba en la vera del río.
Se puso en marcha el servicio de rescate, que aquí son los bomberos y fueron con una canoa hasta donde había ocurrido el incidente. Cuando llegaron, la xucurí vomitó al niño que estaba envuelto en baba y huyó.
Los bomberos llevaron al niño al hospital, aunque ya estaba muerto. Mandaron llamar al médico que estaba con nosotros tomando la cerveza.
Al día siguiente le pregunté que cómo se encontraba el niño, porque no sabia en las condiciones que se encontraba. Me explicó que estaba muerto y que tenía todos los huesecitos quebrado, pero todos, todos. El médico me lo contaba impresionado.
Captura de xucurí
Una vez fui invitado por unos del ibama que iban a capturar dos xucurí que estaban en un igarapé cerca de un poblado indígena, para llevarla a otro sitio. Tendrían unos 8 metros.
Intentamos coger una de ella que estaba en tierra, por la cola pero empezó a entrar en el agua. Y cuando entro unos dos metros de su cuerpo en el agua la fuerza se multiplicó por 10; no había quien pudiera aguantarla. La soltamos y salimos corriendo por si las moscas, así que se quedaron allí.
Porque aunque nos quedamos un día mas, no volvimos a verlas. Seguramente los indios la matearían, pues supone un riesgo tanto para ellos como para los niños que suelen estar casi todo el día en el agua jugando.
Socorro, una xucurí me ataca!
Iba saliendo del río, después de haber tomado baño cuando una xucurí pequeña se acerco a mi. Una persona que se dio cuenta, me dijo que me quedara de pie, que no me mordía pero que iba a ver lo brava que eran estas cobras. Así que deje que se enrollara en la pierna, tendría menos de un metro. Salí del agua con ella enredada en la pierna y queriendo hacer fuerza para estrangular. Era gracioso y a la vez daba un poquito de escalofrío ver el coraje de este animal. Después cogiéndola por la cabeza la desenredé de la pierna y la tire al agua. Da una idea para ver que en realidad no tienen miedo de nada.


Foto de una xucurí comiendo un muçú.

Macacos pregos



Me han contado muchas historias pero no me las creo. Así que voy a contar las que yo he visto.
Un día, de vuelta a la ciudad, después de haber estado en el mato más de una semana, pasé cerca de una finca al atardecer y me invitaron a pasar la noche allí. Lo cual es siempre de agradecer, sobre todo si amenaza lluvia.
Por la mañana, el señor de la finca, me quería demostrar que no sólo tenia bueyes, que también cultivaba mandioca, arroz y otras cosas. Así que después del café, fuimos a ver los cultivos.
Llegamos donde tenía el arrozal, vimos que alguien había estado arrancando arroz. El hombre comentó airado "alguien se ha estado llevando mi arroz y ha sido mucho!".
Seguimos más adelante y vimos a los macacos que llevaban, cada uno, debajo del brazo, como de si personas se tratase, un montón de ramas de arroz. Serían unos 5 o 6. Otro, que estaba en lo alto de un árbol, el vigilante, dió la voz de alarma y salieron corriendo.
Después me contaba cosas que hacian estos monos. Decia que siempre tienen un vigilante por si las moscas, como en ésta ocasión. Y cuando le vas a dar un golpe en la cabeza para matarlos, se ponían las manos protegiéndosela con el mismo gesto de las personas.
Si les disparabas, cogen hojas y se la ponían en la herida mientras seguían la huida.
Y también contaba que cuando estaban en árboles altos y se daban cuenta que los disparos no llegaban, aprovechaban para tirar ramas a los cazadores.
Esto también lo hace un macaco de cara blanca.


Foto de macaco prego.

Las guaribas


Son unos macacos aulladores, emiten unos rugidos, principalmente al atardecer y al amanecer, que si no sabe de que se trata, parece que fueran leones o algo así.
Cuando rugen por la noche, el sonido te estremece hasta que llegas a acostumbrarte.
Es difícil verlos de cerca y más de fotografiarlos. Yo los habré llegado a ver unas 10 o 15 veces e incluso he podido fotografiarlos, pero hay gentes que nunca los ha visto de cerca y eso que viven cerca de ellos. De hecho, se han sorprendido cuando le he ensenado las fotos que he realizado, pues pensaban que serian parecido a los macacos pregos o a los de cara blanca.
Cuando estás cerca de ellos lo sabes por el olor característicos de sus heces.
Sobre las guaribas, un cazador me contó lo que le pasó con el macho de la manada.
Sucedió que el estaba esperando una cutia para cazarla y que tenía el camino marcado, mientras que un macho de guariba estaba desafiándolo, así que el estaba con un ojo puesto por donde tenía que pasar su caza y con él otro en la guariba que le amenazaba.
Así estuvo un buen rato. De repente la guariba bajo del árbol y fue a atacarlo, sin dudarlo le disparó y lo mató en el acto.
Me contó que eran los macacos con más coraje de la selva. Y que ésto de un guariba desafiarlo ya le había pasado pero nunca se le había avanzado ninguno.


Foto de guariba macho

Macacos, los monos del amazonas




Aquí tienen un montón de monos, y le llaman macacos y hay una buena variedad. Incluso hay uno que no tiene más de unos 10 centímetros, muy bonito. Le llaman mico león, por una melena al estilo felino.
Los más inteligentes, por lo que me han contado, son los macacos pregos y los de cara blanca. Y los más agresivos las guaribas, pero todos son peligrosillos si te muerden. No me veas los colmillos que gastan, aunque sean pequeños.
Siempre los he visto en manadas. Y he llegado a contar familias de más de 15, sobre todo los de mano amarilla.
Gracias a que van un montón, he podido, de cuando en cuando, hacerle alguna foto. Eso si, cuando están a la vera del río, pues en la selva, la oscuridad hace que la cámara que tengo no enfoque bien, además la cantidad de rama los oculta muy rápidamente.



Foto de mico saguí.

Cuidadín con la pimienta!



Una vez, llegué a un poblado de indios que estaban muy contentos porque habían cazado una o dos antas y ya la estaban preparando.
Fui muy bien recibido y el cacique me convido a beber esa bebida que preparan los indios y que para mi es asquerosa y la llaman caixirí, en algunas tribus.
Sabía por experiencia que rechazarla era no ser invitado a nada más. Llenó la cuía y me la ofreció.
Bebía a sorbitos pequeños y cuando no me miraba nadie vertía lo que podía, no mucho porque entonces te la vuelven a llenar.
Sabia hablar el portugués, sólo que con esa entonación de “pachi-pachi” que hace que no entiendas todo lo que decía.
Llegó la hora de comer anta. Yo nunca antes la había probado, así que no sabia si estaría buena o no, pero como se suele decir, el mejor condimento de cualquier plato es el hambre y de ese yo tenia mucho.
Empezaron a dar los primeros pedazos a los niños y vi que vertían mucha pimienta. Pensé que debía de ser una pimienta flojita, así que, a mí que me gusta la pimienta y cuando apañe mi pedazo, vertí un montón de pimienta.
Al primer bocado se me saltaron las lágrimas de golpe y sentí como bajaba fuego de la garganta al estomago. Los ojos casi se me salen. La pimienta era puro fuego!.
Como no podía vomitar el bocado porque muchos miraban, bebí todo el caixirí que tenía en la cuía y además pedí más.
Dios!, pero de que estaba hecha esa pimienta?!. Y cómo los niños podían aguantarla?
Me explicaron los ingredientes y me llamó la atención uno de ellos: hormigas!.




Foto de anta.

Si apuntas al cielo cazas capibaras


Ya he visto, otras veces, cazar a los indios con arcos y cerbatanas, monos, pájaros y otros animales que viven en los árboles, como los perezosos; pero nunca vi como cazaban capibaras.
Vimos una manada cerca del río, dos de ellos les apuntaron con sus arcos, pero sorpresa!, no apuntaban a las capibaras, sino al cielo!. Yo pensé estos no aciertan ni de coña.
Los dos dispararon casi a la vez. Y dieron en el blanco. Toda la manada salió corriendo para el río pero las dos que estaban heridas no llegaron y cayeron al suelo antes de entrar en el agua.
Cuando fuimos a cogerlas, tenían las flecha clavada, yo diría, en el corazón o muy cerca de él.



Foto de una capibara

Saben leer!


Una vez salí con un grupo de indios y me di cuenta de que son capaces de leer, lo digo literalmente, la huella de cualquier animal.
En medio de mucha hojarasca uno apuntó al suelo, los otros quedaron mirando un tiempo y hicieron unos comentarios apuntando en una dirección y en otra. Yo pregunté de que se trataba, pues por mas que miraba donde apuntaron no conseguía ver nada. Uno me explicó que era la huella de un tatú (armadillo) que iba para tal sitio y un montón más de explicaciones. Como no conseguía ver la huella, el retiró la hojarasca y entonces fue cuando la pude ver.
Yo que era escéptico en eso de leer las huellas en las películas de vaqueros e indios, ahora le doy crédito total. Si me lo cuentan no me lo creo, pero es así. Después seguimos el rastro de dos anta (tapir). Como se trataba de una caza pesada y yo hacia mucho ruido al andar, uno de ellos me acompañó a la aldea.


Foto de una escuela en una comunidad

Que vienen los indios!


He estado varias veces en aldeas indígenas, unos son muy civilizados e incluso los hay que van a la universidad, mientras que otros sólo conocen la selva y tienen poco contactos con la gente “civilizada” .

De hecho, hay algunos poblados donde no conocen el portugués y otros donde sólo algunos los parlotean y es difícil entenderse con ellos.
Hace más de quince años me topé con una tribu que, al verme, salieron en mi buscas con sus lanzas, muy agresivos. Yo tuve la genial idea de ponerme de rodillas y levantar los brazos, dejando el machete en el suelo.

Ellos se fueron acercando lentamente. Y después empezaron a darme tirones de los pelos (por entonces yo tenía pelos). Hasta que cansado dije "basta!" y me levanté.

Ellos se apartaron un poco y siguieron observándome. Sería más de medio día y lo que quería era alejarme de allí.
Un viejo se me acercó e hizo ademán para que le acompañara. Le seguí. Nos sentamos en el suelo y él se puso a hablar. Ni idea de lo que decía. Yo, por si acaso, recuerdo que, de vez en cuando, afirmaba con la cabeza. Me ofrecieron pescado para comer. Comí.
Me alejé un poco del poblado y até mi red. Colgué alta la mochila grande. Mientras que la otra la dejé colgada junto con la red.
Un poco después me hicieron que siguiera a un grupo que iba a cazar. Salimos, andamos unos quince o veinte minutos y empezaron a mirar los árboles. Llevaban cerbatanas y lanzas. Aunque íbamos bien juntos, de repente, por arte de magia, desaparecieron.


No se donde se metieron. Yo me sentí perdido y enpecé a llamarlos, primero bajito y después más fuerte para saber donde estaban. Uno estaba a mi lado y me hizo señal de que me callara. Pero donde estaba este indio?. Si no lo veía!. Y de nuevo desapareció.
Miraba a mi alrededor sin hacer ruido. No veía a ninguno. Sonaron los vientos de las cerbatanas, unos gritos de macacos y dos o tres de ellos cayeron.


Los indios de nuevo aparecieron. Uno subió a un árbol a recoger uno que se había quedado enredado; daba la impresión que subir a uno de esos árboles era la cosa más simple del mundo.



Regresamos muy rápido. La caza no duró más de una hora y media, incluyendo el viaje de ida y vuelta.
Cuando llegué donde tenía la red, vi que habían estado cogiendo cosas de mi mochila chica. Empecé a ver quien las tenia y a ir cogiendo mis cosas. La mayor parte lo tenían los niños, pero también las mujeres. Y para quitarles de las manos lo que me habían cogido de la mochila, se resistían. Al final conseguí recoger casi todo lo que me quitaron.

A la mañana siguiente, serian las cuatro, me fui antes que ellos se levantaran. Y eso que no se veía nada. Pero presentía que era mejor salir de allí.
Me dí cuenta de lo que significa la palabra "salvaje". Pero después entendí que ellos no tenían cosas personales, es decir, lo que es de uno es de todo.


Foto de pinturas rupestres indígenas.

Va de trueque!


Siendo remorcada mi canoa por un barco de pescadores, varamos a la orilla del río y por la mañana recibimos la visita de unos indios.

Salimos del barco, yo salí como estaba, con una bermuda y una chanclas, los demás pico mas o menos, y el capitán salió con la escopeta.

Al capitán ni se les acercaron y lo miraban mal, pero a mi uno de ellos empezó a mirarme de arriba abajo y se fijó en las chanclas y se fue.

Volvió con un collar me lo dió. Yo pensé “Jolín, pues si que esta gente es amable”, pero me pidió las chanclas y no me quedó otra que dárselas. Pero me consolé mucho cuando a otro le pidieron el reloj por algo hecho de plumas.


Foto de una maloca decorativa, pero en los asentamientos indios tienen una maloca que la emplean para fiestas y otras celebraciones.

Sin trueque



En otra ocasión, iba siendo remolcado por la vera derecha del río negro y por la noche varamos el barco para dormir.


De mañana salimos para dar una vuelta mientras reparaban el barco. Yo salí con unas botas, pantalón vaquero y una camisa de manga larga, porque aunque hacia calor también había muchos mosquitos.


A menos de 300 metros había una tribu de indios, cuando los avistamos, uno de los que venían dijo de darnos la vuelta porque esos indios no eran buena gente. Pero fue tarde, nos vieron y un grupo salió a nuestro encuentro.


Comenzaron a señalar cosas que llevábamos y a quitárnosla.
Me pidieron el machete y la camisa, gracias a Dios que no me pidieron mis super-botas. A los demás también le quitaron otras cosas.
Se fueron con el botín para la aldea y nosotros fuimos a marcha ligera para el barco que al comentar con los que se quedaron en el barco lo sucedido, salimos pitando para evitar otro saqueo y eso que el barco no estaba del todo preparado.

Foto de barco de pescadores por el río Amazonas

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Tienes hambre?


Aquí, en las ciudades del amazonas, nunca he visto un McDonald, pero ni falta que les hace. Es más, yo creo que lo de la comida rápida fue inventada aquí y no en los estados unidos.
Si estás sentado en una plaza de cualquier sitio, pasará un carrito de comida rápida, refrescos y zumos, cada media hora. Por no hablar de los asa-quesos, aunque estos pasan más por los bares donde la gente está tomando una cerveza y escuchando música al vivo.
Porque es muy normal que cada bar tenga un cantante que, por cierto, suele ser bueno.
La música que más le gustan a los de la zona es la brega que es una música del tipo de las de verano de allí. Pero también el pagode y otros estilos.
He llegado a escuchar a cantantes de pueblos con una voz buena, buena, buena. Ya quisieran algunos de los cantores afamados de allí tener la mitad de voz de algunos que yo he escuchado aquí.

Foto de carrito de tortas de carne y de queso, zumos y refrigerantes.
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Sansón vive en Manaus!


Si te fijas en la gente que anda por los puertos de Manaus, te darás cuentas que son bajitos, pero si te fijas bien verás que no lo son, sólo que tienen las piernas cortas. Porque?. Bueno pues, es porque acostumbran a cargar y descargar los barcos llevando la mercancia a la espalda.

Y no creas que por donde tienen que andar es una zona lisa y arregladita, sino que es arena, piedras y por si era poco, algunos tienen que subir unas escaleras. Que de cada dos veces que las subes te caes cuatro.
Y no tienen problemas, todo se lo echan a la espalda, lo mismo da que sea un frigorífico, un armario ropero de cinco puertas o como en la imagen un guarro.


Foto de un cargador de barcos del puerto ("deportivo" jeje) de Manaus


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Tienes algo que anunciar?



Aquí hay anunciantes de todo tipo. Ves los anunciantes de coche y furgonetas. Pero a veces te sorprende ver un carrito que lleva alguien y tiene un equipo de sonido, su compact-disk, sus buenos altavoces y su batería; anunciando cualquier cosa. Después, una bici, también con un buen equipamiento.
Y no pienses que tienen una potencia baja, ni mucho menos. Los hay que tienen más potencias que los de las furgonetas. Después, una moto anunciando una superoferta de una carnicería.
Y, así, te vas acostumbrando a los sistemas de publicidad de la zona.
Y, ya estando acostumbrado a todos estos ingenios, en una comunidad, vi a uno con una de éstas motos de anunciante, sólo que no tenía nada grabado. Él iba cantando y de cuando en cuando daba los mensajes de publicidad. Hacia de orquesta y todo. Por supuesto también llevaba la moto.


Foto de anunciante y cantor.

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Y ahora quien conduce este barco?


En una ciudad, supuestamente tranquila y de vuelta al hotel, al rededor de lãs nueve de la noche, iban unas personas delante de mi, por la orla del río.

Repentinamente salieron corriendo unos cuantos quedando uno de ellos sólo, iba sin camiseta, cosa corriente por aquí.

Iba a caer al suelo cuando dos jóvenes lo cogieron. Me acerque y pregunte: Esta bebido?. Y me contestaron “No!, no vió como lo apuñalaban esos que salieron corriendo?”

Yo, que no había percibido el hecho, me quedé sorprendido. Empezamos a contar las puñaladas que tenía mientras una persona llamaba a una ambulancia.
Tenía una en el pecho, otra en un costado y otra por la espalda. Le preguntamos si conocía a los criminosos pero perdió el conocimiento.

Esperamos un buen rato hasta que llegó la ambulancia en la que sólo venía el conductor. Tuvimos que ayudarle a entrar al apuñalado que, aunque no echaba mucha sangre, estaba muy pálido.

Al día siguiente la policía inspeccionó un barco e lo vigiló durante varios días.
Después me enteré que el apuñalado era el dueño del barco y también que murió.

Foto: Orla por donde sucedió esto.
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Si te descuidas, te pueden quitar hasta el aire!



Como quería volver a ver guarimpos, estuve hablando con uno que fue guarimpeiro. Me comentaba que el trabajo en una mina de Ioapoque o algo así, y que ganó mucho dinero.


Tuvo muchas malarias y es que en los guarimpo da mucha malaria. El dinero con que compró el barco, un campo y su casa salió de lo que ganó en la mina. Estuvo explicando que no era una mina abierta como yo había visto.
Me contó como perdió a su mejor amigo hacia sólo un ano. Ocurrió que llego uno pidiendo trabajo, el dueño le explicó que tenía todos los puestos cubiertos. Así que se fue. Al otro día encontraron que el tubo del aire de la mina habia sido estrangulado y su amigo que estaba trabajando dentro murió.

Foto: Amatista de mala calidad. Geoda que encontré por la zona de la sierra azul
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Lleve casco, es más seguro!!!



Estando en un pueblecito amazonés, un sábado había una fiesta en un bar con música al vivo y todo. Al llegar las once me entró el sueño y decidí ir a dormir.
De vuelta al “hotel”, en una calle muy oscura (todas las calles estaban mal iluminadas pero ésta no tenía una bombilla); un grupo de personas se agolpaba alrededor de otra que estaba tumbada en el suelo. Cuando conseguí ver la cara, me dí cuenta que tenía la cabeza abierta.
Un ladrón, para quitarle unos treinta reales, le machaco la cabeza con una piedra. Eso fue lo que después dijeron.
Foto: Vagabundo durmiendo a la entrada de la hidroviaria de Manaus
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Fotos no! por favor





Era diciembre y me acababa de comprar una cámara de fotos en Manaus. Así que empecé a usarla rápidamente.
Fui a la plaza del teatro amazonas que estaba ya decorada para recibir la navidad y empecé a hacer unas cuantas fotos. Una pareja de turista, ya de edad, se me acercó para preguntarme si era seguro hacer fotos en ésta plaza. Tenían miedo de ser robados. Les expliqué que sí que sólo tenían que ver que la plaza tenía unos cinco o seis policías. Así que sacó del bolso de la mujer una cámara de buen aspecto y comenzó a hacer fotos.
Yo, por entonces, por un problema de salud, no podía andar mucho y estaba en un banco sentado y observando.
Pasaban gente cerca de ellos pero de repente uno le quitó la cámara y salió a correr. El pobre hombre se quedó paralizado sin hacer nada y al rato me miró como preguntándome: "Y tu decías que era seguro?!"
La policía no hizo nada y unas personas que estaban en un bar gritaron: “ha sido el paraense!, ... paraense ladrón!”. Foto del teatro amazonas.
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